Me lo presentaron en la oficina. Es raro que no haya notado su presencia hasta que nos dimos un apretón de manos. Ahora lo veía pasar todos los días por el largo pasillo que se encontraba al lado de mi escritorio y a veces me dirigía una sonrisa. Me caía bien, pero lo que más me gustaba era que dejaba su olor por varios minutos cuando caminaba con ese semblante tan aireado, como si estuviera muy contento, o como si fuese caminando por el parque. Un día tuve la oportunidad de toparmelo en la fila del banco. Él no me había visto hasta que lo saludé. Desde ése día, todas las mañanas pasaba a mi oficina a saludarme y a dejarme esa sonrisa tan encantadora que tiene. Después de algunas semanas, me lo volví a encontrar en el banco y después de ahí me invitó a comer. Nunca me habían gustado los tatuajes hasta que al cruzar los brazos, una de las mangas se le descubrió de mas y me di cuenta que se le asomaba una calavera azul.
Nunca me habían gustado los tatuajes hasta que descubrí los de su espalda, hasta que me dejó tatuados besos en la piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario