martes, 20 de marzo de 2012

Ella va a esperar.

Vivía junto al mar, le encantaba mirarlo, ver como las olas se mecían unas con otras hasta que se convertían en espuma cuando rompían en la playa. Amaba que el viento jugara con su cabello y como cada martes, N. escribía una nota y la metía en una botella, la arrojaba y esperaba una respuesta. A ella le gustaba escribir cartas de solidaridad, de aliento, por si algún náufrago se encontraba aquella botella quien hubiese navegado por los mares durante días. Ella coleccionaba botellas para después regalárselas al océano, por si un día, ella recibía una contestación.

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