- Tengo que contarte algo, le dije hace unos días a G. Te voy a hablar de M. Te voy a contar algo, pero es secreto, secretísimo. Así que no se lo tienes que decir a nadie.
+ Bueno. Lo prometo.
- Hace unas semanas desapareció por un rato. Yo le hablaba por teléfono de vez en cuando para saber cómo estaba. Le enviaba mensajes y hasta después de mucho me mandó un sms súper cortito, que decía que estaba bien, que no podía estar mejor. Pero la verdad no le creí ni la primera letra. Pero en fin, cada quien su vida, ¿no?. Son sus decisiones, me dije.
+ ¿Y entonces?, ¿qué pasó después?.
- Bueno, no le respondí, después de mucha reflexión, no dije nada. Me quedé callada. Ella se quedó callada. Sólo supe, que un día apareció de la nada, tan fresca como siempre, con su sonrisa de oreja a oreja. La vi más cambiada, bajó de peso. No sé si fue por lo de R. o simplemente regresó al gimnasio. Me abrazó de repente y olí su perfume, ese que me gusta tanto, que huele a frutas. De verdad la vi cambiada, como bien, pero mal al mismo tiempo, como que quería ocultar algo debajo de su sonrisa y sus cejas arqueadas.
+ Es posible, después de lo que pasó con R.
- Lo sé. Bueno, el chiste es que esa noche, salimos de fiesta. Ella se emborrachó y me contó todo, donde había estado y lo que había hecho. ¿Te acuerdas de L.? Le pasó exactamente lo mismo. Yo me sorprendí mucho y lo único que hice fue tomarle la mano fuertemente. M. se secó una lágrima y brindó por algo, brindó en silencio. Y regresó a su silla, a seguir tomado.
+ Pobre chica- dijo G.
+ Bueno. Lo prometo.
- Hace unas semanas desapareció por un rato. Yo le hablaba por teléfono de vez en cuando para saber cómo estaba. Le enviaba mensajes y hasta después de mucho me mandó un sms súper cortito, que decía que estaba bien, que no podía estar mejor. Pero la verdad no le creí ni la primera letra. Pero en fin, cada quien su vida, ¿no?. Son sus decisiones, me dije.
+ ¿Y entonces?, ¿qué pasó después?.
- Bueno, no le respondí, después de mucha reflexión, no dije nada. Me quedé callada. Ella se quedó callada. Sólo supe, que un día apareció de la nada, tan fresca como siempre, con su sonrisa de oreja a oreja. La vi más cambiada, bajó de peso. No sé si fue por lo de R. o simplemente regresó al gimnasio. Me abrazó de repente y olí su perfume, ese que me gusta tanto, que huele a frutas. De verdad la vi cambiada, como bien, pero mal al mismo tiempo, como que quería ocultar algo debajo de su sonrisa y sus cejas arqueadas.
+ Es posible, después de lo que pasó con R.
- Lo sé. Bueno, el chiste es que esa noche, salimos de fiesta. Ella se emborrachó y me contó todo, donde había estado y lo que había hecho. ¿Te acuerdas de L.? Le pasó exactamente lo mismo. Yo me sorprendí mucho y lo único que hice fue tomarle la mano fuertemente. M. se secó una lágrima y brindó por algo, brindó en silencio. Y regresó a su silla, a seguir tomado.
+ Pobre chica- dijo G.
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