sábado, 24 de marzo de 2012

El gato del tejado.

Sin variar, todos los días cuando se asomaba por la ventana, un gato negro se postraba en el tejado de la casa de a lado, con sus ojos brillantes y fijos en su ventana. Y cuando se volteaba por un segundo, el gato desaparecía y él no podía encontrar una explicación lógica. Había alguna vez tratado de hablar con su vecino para persuadirlo de mantener al animal en su casa, pero éste nunca se encontraba a horas convenientes. Sabia por el ruido en las madrugadas, que llegaba siempre a las dos de la mañana. 
- No me gustan sus ojos brillantes.
+ No lo mires, terminará por darse cuenta que no te importa y se marchará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario