miércoles, 7 de marzo de 2012

Tardes de vintage y Polaroids (parte 6 y la última).

Como siempre, todo lo que empieza tiene que terminar. Así lo hicimos tú y yo, con una despedida seca, fría, con las pupilas dilatadas. Aquella mañana me vestí con mi mejor desnudo, con lo mejor que encontré y me desnudé. Para que vieras que yo no tenía nada que esconder, para que supieras que las caricias las traía colgadas y ya nunca más te las daría, para que supieras que todos los besos se quedaron guardados y todos los abrazos congelados. Y me acuerdo que tú dijiste que todo se había estancado, que ya no querías más. Y fue cuando decidimos separarnos, dejar que lo único que nos atara fueran las memorias y los viejos recuerdos. Hicimos un gran nudo, donde atamos las fotos, los besos y nuestro amor, lo amarramos a un tabique y lo dejamos caer en lo profundo de aquel lago azul. Te quería hasta que decidiste compartirte. Por eso, espero con ansia este verano y que empiece a llover, para que la lluvia enjuague las palabras y deslave el sabor de tus besos. Rezo para que todo pase, como vino y como se fue. Aunque me llevaras de norte a sur y de este a oeste. Aunque alguna vez me dijeras que te ibas para el norte y que me regalabas el sur. Por eso ése día, me vestí con mi mejor desnudo, con la firme promesa de olvidarte hasta que casi ya nada doliera.

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