miércoles, 1 de febrero de 2012

Yo nunca fui la favorita.

Hoy decidí hacerme una catarsis. Llevo horas limpiando recuerdos, lleno y vacío la caja de mi memoria, revivo los recuerdos como aparecen, como van saliendo, sin seguir una secuencia. Yo nunca fui la hija favorita de mamá. Hoy mire una fotografía, ella tomaba mi mano, pero no estaba sonriendo. Recuerdo fotos de mis hermanas con ella, su sonrisa siempre estaba ahí, pero no conmigo. No es que me quiera menos, no es que no se preocupe por mí, sólo sé que yo no soy su hija favorita. Siempre tuve las mejores calificaciones, nunca tuve problemas en la escuela ni mucho menos rebeldía, pero eso nunca ha sido suficiente. Yo sé que no soy la predilecta, porque las diferencias son abismales, porque la atención nunca ha estado puesta en mí, pero supongo que por eso dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte.

No sé a que se deba, no es que mi mamá no me quiera, pero yo nunca he ocupado el número uno en su lista, ni aún cuando me mudé a otra país por siete largos meses. No hubo llamadas, sólo una por mi cumpleaños y un paquete con un pequeño retraso de cuatro meses. No más. A veces me pregunto qué fue lo que hice mal, pero la única respuesta que encuentro es porque llegué al final.

Pero hoy decidí hacerme una catarsis. Aceptar lo inaceptable, resignarme a lo irresignable. Hoy empezaré a vaciar mi maleta, a dejar el pasado donde tiene que estar, a dejar de aferrarme a las cosas que no sucedieron y que no sucederán. Quiero viajar ligero, quiero despedirme de los fantasmas que habitan mi maleta, quiero decir adiós y empezar de nuevo, con mi maleta casi vacía, con las ganas de empezar de nuevo, de llenarla de perdón, para amar, como siempre lo he hecho, a mi madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario