No sé a que se deba, no es que mi mamá no me quiera, pero yo nunca he ocupado el número uno en su lista, ni aún cuando me mudé a otra país por siete largos meses. No hubo llamadas, sólo una por mi cumpleaños y un paquete con un pequeño retraso de cuatro meses. No más. A veces me pregunto qué fue lo que hice mal, pero la única respuesta que encuentro es porque llegué al final.
Pero hoy decidí hacerme una catarsis. Aceptar lo inaceptable, resignarme a lo irresignable. Hoy empezaré a vaciar mi maleta, a dejar el pasado donde tiene que estar, a dejar de aferrarme a las cosas que no sucedieron y que no sucederán. Quiero viajar ligero, quiero despedirme de los fantasmas que habitan mi maleta, quiero decir adiós y empezar de nuevo, con mi maleta casi vacía, con las ganas de empezar de nuevo, de llenarla de perdón, para amar, como siempre lo he hecho, a mi madre.
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