Me enseñaste de forma práctica el medio continuo cuando acariciabas todo mi cuerpo y la gravedad cero cuando me mirabas de esa forma y sentía que flotaba. Comprobamos la primera Ley de la Termodinámica cuando tus brazos rodeaban mi cuerpo en un día frío y el punto fusión tomados de la mano. Confirmamos el principio de superposición sabiendo que tú y yo formamos uno sólo y cómo podemos hacer posible la Ley de la Gravitación Universal al juntar tus labios con los míos.
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