miércoles, 15 de febrero de 2012

Las dos versiones.

[1] Esa mañana se levantó como todas, se vistió con uno de sus tantos trajes grises, zapatos recién lustrados y se anudó la corbata. Se despidió de su esposa y salió a toda prisa. El vagón del metro estaba a reventar, ya no cabía ni un alfiler, pero él tenía que llegar a su trabajo. Como pudo, se sujetó fuertemente de uno de los barrotes del tren y comenzó la travesía. Gente entraba y salía hasta que llegó a la estación "Bellas Artes" donde una mujer muy hermosa de labios rojos se puso a su lado, el movimiento del metro lo acercaba una y otra vez a él. Bajó en la siguiente parada y continuó su camino.

[2] Era sábado en la mañana, con un poco de fastidio se levantó a hacer las labores del hogar, entre ellas, la lavandería. Tomó el cesto de la ropa sucia y vació prenda por prenda el contenido en la lavadora. Grande fue su sorpresa al encontrarse con marca de lápiz labial rojo en la camisa de su esposo. Ella no acostumbraba jamás a usar ese color. Sintió gran decepción, su esposo la engañaba.

[1] La mujer hermosa sintió hastío. Tanta gente en el vagón y el vaivén de éste la ponían de malas. Por fin consiguió un lugar. Sacó de su bolsa un pequeño espejo y se miró. Sus labios se habían despintando un poco, quizá con el rose de la gente.

[2] La engañaba, estaba segura.

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