Y es que si perdiera yo mi empleo, sería más feliz, pero también más pobre. Me levantaría tarde y desayunaría todos los días cereal. Saldría a hacer ejercicio y después las compras. Si yo no tuviera empleo, podría hacer montones de cosas que quiero hacer, pero por lo ocupada que estoy, no hago. Iría a clases de canto, de pintura y de jazz. Viajaría más, me emborracharía y caminaría descalza por el bordo del mundo. Me desvelaría, comería hasta reventar y compraría todo lo que se me antojara. Me bañaría en el mar, en los ríos, en las cascadas y hasta en las fuentes. Si no tuviera empleo, no tendría ropa formal y mi portafolio se convertiría en un artículo de colección. Si no tuviera empleo, iría a Tailandia, al Tibet y a Siberia. Si no tuviera empleo, seguramente no podría hacer todas esas cosas porque no tendría dinero. Pero sí, sí tengo empleo.
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