La luz de la mañana entró por la ventana. Abrí lentamente los ojos y ahí estabas tú, a mi lado, durmiendo. Te miré, te besé, te acaricié y ahí estabas tú, mirándome con ésos ojos que adoro. La cama seguía revuelta, las cortinas abiertas de par en par y los dos seguíamos envueltos en las sábanas tibias, cobijados por el calor de nuestros cuerpos. Nos besamos una y otra vez, nos adoramos, nos miramos a los ojos y sonreímos.
Pero hoy ya no me acuerdo de nada, todo lo he olvidado. Apenas puedo recordar el sabor de tus labios, el olor de tu cuello, de tu pecho, ya no sé cómo es el rose de tus manos, no me acuerdo de nada, ni lo suave, ni lo duro, ni lo rasposo, ni lo cálido, ni lo frío, ni lo tibio. Necesito otra vez recorrerte, tocarte, sentirte, para poder acordarme de todo. Necesito tocarte, necesito sentirte junto a mí, en la cama, en el sofá, en la cocina, en el auto, en todos lados, pero aquí, juntito a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario