Me pregunto si aún te acuerdas de aquellas mañanas en las que me despertaba y te veía ahí, a mi lado, mirándome fijamente. De las cosas que te contaba y las cosas que me explicabas. De un abrazo en el tren y de tu mano acoplada perfectamente a la mía. De las miradas cómplices delante de una cerveza y los besos con sonrisa incluida. De las conversaciones interminables entre las sábanas, sin ganas de levantarse, cuando preferimos quedarnos acostados en aquel hostal pequeñito de Madrid que salir a caminar por las calles frías. Y de aquella vez en que me dijiste una de las frases más bonitas que he escuchado nunca, quizá precisamente por eso, porque la habías dicho tú.
Sí, a veces te echo tanto de menos y te busco, y miro otra vez a esa persona que duerme a mi lado, con tus mismos ojos, con tus mismas manos, con tu misma sonrisa... Pero tú ya no estás ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario