Alguna vez le regalaron un caleidoscopio que conserva en un cajón. Cuando era niña, le encantaba mirarlo con dirección hacia el cielo porque la luz del día creaba un maravilloso espectáculo. Le gustaba girarlo lentamente para que cambiaran las disposiciones de las figuras y hacerlo girar rápido para conseguir arcoiris. Y ahora los cristales cambian de color. Primero era blanco y después azul, rosa, amarillo y verde. Así es que ha aprendido que a veces la vida se trata de mover un poco la lente para un lado o para el otro y descubre algo que antes no había visto, lo que creía terrible se vuelve pequeño y lo fantástico ya no brilla tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario